Las conservas y la dieta mediterranea
El concepto dieta mediterránea es sinónimo de dieta saludable y equilibrada y se ha convertido en modelo a seguir en medicina preventiva.
La composición característica de la dieta mediterránea se representa a menudo por una pirámide; en la misma, cereales, fruta y verdura ocupan las posiciones inferiores, es decir, se consumen con mayor asiduidad.
Esto no significa que la dieta mediterránea rechace las grasas y proteínas sino que éstas tienen un lugar bien definido, destacando en especial el consumo de aceite de oliva, aceitunas y pescado.
Las conservas de productos de la pesca aportan variedad nutritiva a la dieta, permitiendo disponer todo el año de una fuente de proteínas de primera calidad, además del contenido en grasas necesario, y superando los inconvenientes de la grasa de orígenes no tan saludables. El tratamiento térmico de esterilización, característico de las conservas, permite fabricar productos no perecederos con seguridad higiénica, que mantengan un elevado valor nutritivo; de esta forma, podemos consumir durante todo el año y en cualquier localización geográfica, alimentos altamente perecederos en origen.
La utilización de aceite de oliva refinado se ha convertido en una de las señas de identidad de la conserva española. Túnidos, sardina, caballa y otras especies de pescado azul son algunas de las especies elaboradas hoy en aceite de oliva. De esta manera estamos fundiendo dos ingredientes característicos de la dieta mediterránea, y poniéndolos a disposición de los consumidores de forma asequible, convirtiéndose así las conservas en un producto sano por naturaleza.